domingo, marzo 16, 2008

SEMANA SANTA DOMINGO DE RAMOS

SEMANA SANTA

EL ALMANAQUE ofrece el material acumulado en nuestra web en años anteriores e inicia una nueva línea de producción para el Monográfico Especial de Semana Santa, sin abandonar nuestra la línea diferencial de aproximación a cada tema a través de los nombres que les damos a las cosas.

. Los referentes culturales y religiosos que le dan sentido están tan emborronados, que cuesta ya explicarles a las nuevas generaciones cuál es el espíritu que mueve estos días las manifestaciones de piedad o de cualquier otro nombre que quieran darle los sociólogos. Por eso, para que quien busque en la red referentes y explicaciones inteligibles, pueda hallarlos en las páginas de EL ALMANAQUE, hemos decidido añadir a la información sobre las variadísimas formas de celebrar la Semana Santa en distintas latitudes, los fundamentos religiosos y litúrgicos de las mismas.

Es nuestra intención pues, además de seguir explorando el léxico que tiene que ver con los usos y los valores de la Semana Santa, ofrecer los elementos básicos de su liturgia; y dentro de ésta, los textos de las piezas de música sacra que se escuchan especialmente en esta época, y que se han convertido en clásicos indiscutibles.

LAS COSAS Y SUS NOMBRES

PENITENTE

La clave léxica de esta palabra la tenemos en el verbo pronominal me poenitet, que significa arrepentirse, sentirse contrariado, sentir disgusto. Frecuentativo o intensivo del vulgar poenare, del que derivan nuestros penar y apenar, que proceden directamente de poena (y ésta del griego poinh (poiné) con idénticos significados que en latín), que es pena, fatiga anímica, pena judicial, castigo, compensación, rescate destinado a indemnizar un homicidio, justa venganza, sufrimiento.

Tiene también el latín el participio presente poenitens, poenitentis, que nada tiene que ver con los penitentes, que surgieron bastante más tarde que el pueblo dejara de hablar en latín. Poenitens era el que estaba arrepentido o más bien arrepintiéndose de algo moralmente indiferente. Y la poenitentia no tenía nada que ver con la penitencia tal como se la entendió en el contexto religioso, sino que era simplemente el arrepentimiento de haber hecho algo que no había dado buenos resultados.

Vamos pues a las claves históricas de este término. Desde Constantino el Grande, que proclamó el cristianismo religión oficial del imperio romano, hasta muy adelantada la edad media, salvo algunas intermitencias espaciales y temporales, la jerarquía eclesiástica colaboró de forma importante en la gestión del estado, siendo parte de ésta la administración de justicia. El avance en esta fórmula de colaboración entre la iglesia y el estado, acabó en la subordinación de éste a aquélla, dando en un régimen prácticamente teocrático, con absoluto sometimiento del poder civil al eclesiástico.

Así, en esta formulación, la justicia encomendada a la iglesia devino penitencia: la prueba más apodíctica de que el objetivo último de la justicia administrada por la iglesia nunca fue el castigo por el castigo, ni menos la venganza, sino el arrepentimiento y la reinserción del reo: la metanoia (metánoia), el cambio de actitud que llamaban los griegos y que los latinos tradujeron como poenitentia, porque en ella iba implicada la ex - piación del pecado (mover a piedad al agraviado ante todo indemnizándole, y luego conmoviéndole por ver la laceración a que se ha sometido el reo).

La clave de los penitentes que vemos durante la Semana Santa no está en la voluntad o el capricho, ni menos en un efecto escenográfico, sino en la historia de una institución tan importante en la iglesia como el rito y el sacramento de la penitencia. Y estos penitentes salen en procesión con hábitos de distintos colores porque las congregaciones o hermandades de penitentes, anteriores al siglo XII, se distinguían ya unas de otras por el color de sus hábitos y tenían su sede en distintas iglesias, de las que tomaban el nombre.




Y precisamente salían en Semana Santa porque esos eran los días de la penitencia en toda la cristiandad: era la Semana de los penitentes. Unas congregaciones salían el Jueves Santo, otras el Viernes Santo y otras el Sábado Santo. Eran expulsados de la iglesia por sus pecados (en rigor técnico, excomulgados), y por eso su lugar era la calle. Eran los días del dolor y del perdón en que los pecadores asociaban su dolor al de Jesús crucificado y al de su Madre.

Es que la penitencia eclesiástica tenía entonces caracteres extremadamente duros que desconoce totalmente el moderno sistema penitencial civil.




LA SEMANA SANTA DÍA A DÍA - DOMINGO DE RAMOS

Se celebra la entrada solemne de Jesús en Jerusalén en olor de multitudes, las mismas que cinco días más tarde rechazarán su liberación, prefiriendo a Barrabás, y se desgañitarán gritando: “Crucifícalo, crucifícalo”. Por eso la iglesia decidió celebrar ese minuto de gloria de Jesús y esa lucidez momentánea del pueblo que gritaba tras él: “Hosanna al Hijo de David”.

Se distingue especialmente esta fiesta por la bendición de los ramos, que son un glorioso vestigio del culto a la naturaleza. A los ramos bendecidos este día en el exterior de la iglesia para ir luego a ella en gozosa profesión, se les atribuyen no pocas virtudes, especialmente de protección de las casas contra rayos y otras calamidades naturales, por eso los vemos colgados en los balcones de muchas casas hasta el miércoles de ceniza, en que se queman para preparar con ellos la ceniza que servirá para la ceremonia de la imposición de ceniza con el “Memento homo quia pulvis es et in púlverem reverteris: Recuerda, hombre, que eres polvo, y al polvo volverás”. Justo ahí, en esas palabras, se cierra el bello ciclo de los ramos de este domingo.

Vea en la sección de liturgia los bellos himnos que se cantan en la procesión, y escuche alguno de ellos.
La misa de este día tiene de particular la primera lectura de la Pasión (ver el texto completo en la liturgia de este día), durante algunos de cuyos pasajes se agitan los ramos.

El Domingo de Ramos es una preciosa fiesta de primavera, a la que hay una enorme afluencia de fieles, especialmente niños, que asisten con sus palmas y palmones, al tiempo que dejando atrás la ropa de invierno, estrenan y lucen la más alegre ropa de verano.

A esta fiesta se la llamó Pascua Florida porque junto con los ramos se traían también flores para la bendición. De aquí trae el nombre el estado de FLORIDA de los Estados Unidos, por haber sido descubierto este territorio el día de pascua Florida, es decir el Domingo de Ramos de 1512.

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Publicado en la edición El Almanaque Nº 3090 Domingo 16 de Marzo de 2008