lunes, enero 21, 2008

El Almanaque Nº 3035 Lunes 21 de Enero de 2008

CALENDARIO INDIO

Para hablar con propiedad deberíamos decir calendarios indios, porque la mayor singularidad en cuanto a la medición del tiempo por parte de los indios es que pretenden remontarse al principio de los tiempos (un principio infinito no sólo por indefinido, sino también por la inmensidad de su lejanía). Si los calendarios que se confeccionaron sobre la cronología bíblica se remontan a la creación de Adán, el calendario brahmánico se remonta al origen de Brahma y de Sira, prácticamente a la eternidad.

Pero al margen de estas elucubraciones místico-matemáticas de corte pitagórico, el calendario convencional de la India se mueve dentro de las coordenadas de los calendarios de las demás culturas, y resuelve de forma análoga el problema de que la duración de la órbita de la Tierra alrededor del Sol no sea divisible por un número exacto de días, sino que da 365’2422008. Es decir que un día sidéreo (dividiendo el tiempo que dura el viaje anual de la Tierra alrededor del Sol entre 365), nos da un pico de casi 4 minutos más por día, con lo que el día sidéreo viene a ser de 24 horas, 3 minutos, y 56,555 segundos. Pero como la rotación de la Tierra sobre sí misma dura exactamente 24 horas, y el día es la unidad más inamovible, he aquí que periódicamente hay que intercalar los días que acaban faltando. El año sidéreo lo computan en 365 días, 6 horas, 12 minutos, 36 segundos y 56 centésimas. La regulación la hacen por ciclos de 12 años y de 60 años (12 x 5). A los años se les asignan los nombres por reglas muy complejas.

El calendario indio está formado por meses lunares puros, que se cuentan por tanto de luna nueva a luna nueva. Los años ordinarios son de 354 o 355 días (Samvatsara Mana), y los embolísmicos (bisiestos) son de 383, 384 o 385 días (Adhica Samvatsara). Pero con los meses lunares persisten los meses solares, recibiendo los lunares el nombre del mes solar; y cuando en un mismo mes solar tienen comienzo dos meses lunares, ambos reciben el mismo nombre, llevando el primero el sobrenombre de Adhica, y el segundo el de Nija.


El año “bisiesto” recibe el nombre de fasli. El mes lunar está formado por una mitad clara, llamada Sudi, y otra oscura llamada Badi. Cada una de estas mitades está formada por 15 tithis; el nombre de los 14 primeros es su numeral, mientras el del 15º es Sudi Purnihma si corresponde al plenilunio, y Badi Amavasia si corresponde al novilunio.

También las horas del día tienen sus propios nombres. Y como veíamos en el calendario babilonio, es la hora con que empieza el día la que da nombre a éste. La cuenta de los días del mes tiene también su singularidad, al depender totalmente de la luna. De hecho se cuentan los meses por números exactos de días: cuando la parte decimal es inferior a 0’5 días, no se cuenta; y cuando es superior a 0’5, se le añade un día entero al mes.

La semana india coincide con la nuestra: es de 7 días. Sus equivalencias son: Domingo, Ravi-vara; Lunes, Soma-vara; Martes, Mangala-vara; Miércoles, Budha-vahra; Jueves, Gurú-vara; Viernes, Sukra-vara; Sábado, Sani-vara. El día sideral se divide en 60 gharis; cada ghari se subdivide en 60 palas; éstas en 60 vipalas; ésta en 60 atipalas; éstas en 60 kachthas; ésta en 60 nimechas; ésta en 60 lavas; y finalmente la lava se divide en 60 kchanas. El día civil tiene también sus propias divisiones: está formado por 60 dhatas, que se dividen en 60 vinadikas, formadas a su vez por 60 vipalas. Y finalmente el día solar está compuesto por 60 dandas, que se dividen en 60 vibealas. He ahí una catarata de divisiones sexagesimales, capaces de eternizar cada instante.

El año indio está dividido en 6 estaciones, una cada dos meses: Vesanta (primavera), Grichma (verano), Varea (lluvias), Sarad (otoño), Hemanta (invierno) Sisiva (fresco). Además de estas divisiones tienen las eras: el 3102 a. de J.C. empieza la era Kaliyuga; el 3078, la era Lokakala; el 545, la era de Buda; el 59, la era Samvat Vrikramadityak; y ya en nuestra era, en el año 249 empieza la era Kulachuri. Un auténtico diluvio de nombres.

Artículo extraido de la edición del Almanaque Nº 3035 Lunes 21 de Enero de 2008