domingo, febrero 17, 2008

LAS COSAS Y SUS NOMBRES : AYUNO

LAS COSAS Y SUS NOMBRES

¿AYUNAMOS?

Juan el Ayunador, patriarca de Constantinopla, además de hacerse conocer por este noble apelativo, que le confería gran prestigio y ascendencia entre sus coetáneos, se hacía llamar Obispo Ecuménico (es decir obispo de toda la tierra habitada, oikoumenikh (oikumeniké)) y con este título firmaba siempre.

Tamaño alarde de soberbia dio lugar a que su coetáneo el papa Gregorio el Grande (este apelativo se le confirió al canonizarle) en vez de competir con el primado de la Iglesia de Oriente adjudicándose un título más ostentoso aún, optó por la humildad, firmando siempre únicamente como obispo de Roma, acompañando este humilde título con la más humilde leyenda "servus servorum Dei" = "siervo de los siervos de Dios", que desde entonces y hasta el presente vienen usando los papas.

El de Ayunador era un título de prestigio, puesto que el ayuno tenía entonces (siglo VI) en la Iglesia gran predicamento. No sabemos cuál pueda ser la antigüedad del ayuno como virtud y como práctica religiosa purificadora y expiatoria. Parece razonable decir que hasta donde alcanza el conocimiento de las culturas sobre las que se ha edificado la nuestra, ahí está el ayuno. No sólo en la cultura judía, sino también en la griega y en la romana.

Cosa totalmente obvia si tenemos en cuenta que los tres grandes dominios de todo sistema religioso son la alimentación (sacrificios), el sexo (ordenamiento de la conducta sexual en orden a la calidad -proscripción del incesto- y cantidad -restricciones- de la natalidad) y la purificación (tanto alimentaria como sexual como moral).

El ordenamiento alimentario, pues, es lógico que abarcase también los necesarios ayunos rituales: una práctica "sanitaria" y "purificadora" en la que tomó el relevo la medicina, especialmente la naturalista y la naturista.

Son muchos los indicios que señalan las Témporas como fiestas de carácter purificador, penitencial y expiatorio celebradas por los labradores romanos al principio de la siega (feriae messis), al principio de la vendimia (feriae vindemiales) y al principio de la sementera (feriae sementinae); las tres estaciones que se completaron con la cuarta (la de primavera, coincidiendo con la cuaresma) al final del siglo V.

Las témporas de diciembre se dedicaron a la Virgen, por lo que la fiesta de la Anunciación (señalada el 25 de marzo) se trasladó al 18 de diciembre, con el nombre de Fiesta de la Expectación (Adviento), que por ser una de las más antiguas a ella dedicadas se llamó durante siglos Sanctae Vírginis festum.

El gran ayuno, el de la cuaresma, parece que se originó en la que los judíos llamaron fiesta de las expiaciones, instituido por el mismo Moisés (Levítico 23, 27), que se completó con otros ayunos conmemorativos de grandes episodios nacionales, entre ellos el de Purim.

Ante grandes amenazas los profetas y los sacerdotes decretaban ayunos generales para ahuyentar los peligros (el de Nínive predicado por Jonás es uno de los ejemplos). Eran muchos los judíos que se santificaban mediante el ayuno: san Juan Bautista fue un prototipo de penitente judío.

También Cristo se retiró al desierto 40 días para ayunar y ser tentado por el diablo antes de su pasión y muerte. Es el fundamento religioso de la cuaresma; a imagen y semejanza de ésta instituyó Mahoma el Ramadán (Sura II v. 179-183 del Corán. "¡Oh creyentes!, os está prescrito el ayuno, del mismo modo que fue prescrito a los que os precedieron"...) La tradición es el argumento. La ocasión, la revelación del Corán por el Arcángel san Gabriel.

EL ALMANAQUE dedica hoy sus reflexiones al ayuno.


LA FRASE

No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios

Son palabras puestas por San Mateo (4, 2) en boca de Jesús. Cambiar de vez en cuando el alimento material por el espiritual, he ahí el fondo del asunto: aligerando el cuerpo, se aligera también el espíritu.

EL REFRÁN

POR AYUNAR NO SE HA MUERTO NADIE; POR DEMASIADO COMER, MUCHOS

Es posible que esta sentencia popular, antiquísima, entronque con el espíritu ancestral de los ayunos: la seguridad de que junto al culto del comer (muy intenso, extenso y rico en todas las culturas) es necesario que haya también para equilibrar un culto del no comer. (es el momento, no obstante, en que la gente se muere de anorexia. ¡Somos originales!)

AYUNO


Es ésta una práctica religiosa presente en muchísimas culturas, que ha perdido valor religioso, pero que con otros nombres ha ganado prestigio en la política (huelga de hambre) y en la dietética (dietas, adelgazamiento, mantenimiento de la línea...), llegando a constituir en ambos casos un riesgo grave para la salud, pero sin perder por ello el respeto y el prestigio social. Tanto la palabra ayuno como su práctica tienen en nuestra cultura un profundo arraigo, viniéndonos no sólo de nuestros antepasados religiosos, los judíos, sino también de los griegos y de los romanos.
El concepto hebreo de ayuno (que aparece ya en el Levítico, es decir en uno de los libros fundacionales del pueblo de Israel) lo traducen los textos griegos con el sustantivo nhsteia (nestéia).

Con esta palabra se denominaba en muchas ciudades de Grecia y especialmente en Atenas, no sólo el ayuno en general, sino también el gran día de ayuno que se celebraba el 10 de noviembre, 2º día de las Tesmoforías, fiestas en honor de Deméter eminentemente femeninas, en agradecimiento a la diosa por haber instituido y enseñado al hombre las leyes de la agricultura y haber fundado el matrimonio (qesmoi / zesmói son las leyes e instituciones divinas). ¡En plenas fiestas (el 2º de cinco días), un día de ayuno! Tenía por tanto carta de naturaleza, también religiosa, en la cultura griega.

El verbo nhsteuw /nestéuo significa además de ayunar, pasar hambre; y como en latín llaman al intestino yeyuno h nhstiV /he néstis (el que ayuna). En la cultura romana también estaba asentado el ayuno como práctica religiosa: Jejunium Cereri instituere era instutuir el ayuno en honor de Ceres (la Deméter romana).


En la misma línea estaban las expresiones jejunium (de)ponere = abandonar el ayuno; jejunium sólvere = quebrantar el ayuno. Además del valor religioso, esta palabra servía para denominar el hambre y la escasez: jejuna plebécula llama Cicerón al "populacho hambriento"; sedare jejunia = sedar los ayunos, matar el hambre; jejunus ager = campo ayuno, es decir árido y estéril; animus angustus et jejunus = ánimo angosto y ayuno, estrecho y mezquino.

Nuestra palabra ayuno procede evidentemente del latín, pero el contenido de la misma es de origen hebraico. El largo período casi teocrático por el que pasó Europa durante la Edad Media, dio lugar a una tal proliferación de ayunos, que acabaron ahogando la institución: eran tantos y tan prolongados, que hubieron de relajarse con las colaciones.

Era sustancia del ayuno (igual que el islámico) comer una sola vez al día. Desde los 21 años la Iglesia prescribía ayunos a lo largo de toda la cuaresma (exceptuando los domingos); las cuatro témporas (las cuatro estaciones; celebración de carácter agrícola, de probable origen romano, con ayunos y todo): era preceptivo el ayuno el miércoles, viernes y sábado de cada témpora. Se ayunaba además las vigilias de Navidad, Pascua de Pentecostés, vísperas de san Pedro y san Pablo, de Todos los Santos, de la Asunción y algunos más.

Las excepciones al ayuno fueron numerosas: desde la colación (una segunda comida más o menos austera) y la de los soldados que luchaban en las cruzadas, hasta los que aportaban dinero para sostenerlos y que por ello obtenían sus mismos privilegios (las controvertidas bulas).

Mariano Arnal


Publicado en la edición de El Almanaque Nº 3062 Domingo 17 de Febrero de 2008