lunes, febrero 04, 2008

LAS COSAS Y SUS NOMBRES Máscaras y caretas

Máscaras y caretas

El origen de la careta se remonta en el tiempo y se pierde en la más remota antigüedad. Se supone que su invención se debió a fines religiosos. Desde el paleolítico el ser humano ha utilizado máscaras cuyos materiales han sido diversos y han variado a través del tiempo, pues se han ido confeccionando con madera, paja, corteza, hojas de maíz, tela, piel, cráneos, cartón piedra, papel maché, látex, plásticos y otros materiales. Se utilizan dos términos similares: careta y máscara.

La careta es exclusivamente para cubrir el rostro, para disimular rasgos de la cara; mientras que la máscara puede cubrir todo el cuerpo, y fueron usadas y aún, en algunas culturas, se siguen utilizando con fines religiosos. Algunos hallazgos arqueológicos demostraron que eran muy usadas en Egipto para perpetuar con ellas los rostros de los muertos. Se hacían tratando de imitar de la forma más fielmente posible, el rostro del difunto, y se colocaba junto con el ataúd, pintándose de la misma manera que éste. Se elaboraban con un cartón realizado con lienzo o papiro, revestido con estuco, que -con el paso del tiempo- se endurecía y presentaba total consistencia. Según la clase social a la que perteneciera el muerto, podría llegar a revestirse con una lámina de oro. No se le horadaban los ojos ni la boca, y se los representaban con incrustaciones o pinturas. Los estudios arqueológicos llevados a cabo en tumbas fenicias, también han demostrado que esta civilización practicaba la costumbre de utilizar máscaras funerarias.

Rastros de máscaras también fueron hallados en antiguas pinturas rupestres. Comenzó a evolucionar el uso de la máscara, en Roma, cuando la llevaban actores en los cortejos fúnebres, para que se reconociera y recordara el rostro del difunto. A partir de este empleo por parte de actores, la careta rápidamente fue utilizada para diferentes fines. Comenzaron a usarla los actores para representar fielmente en sus obras los rostros de los personajes históricos que estaban interpretando. Rápidamente, se adoptó su uso en las fiestas saturnales en Roma, y se las comenzó a usar con carácter festivo, dando origen a la utilización en lo que hoy es nuestro carnaval. Con dichas caretas se comenzaron a realizar escenas burlescas de los ritos sagrados. Fueron evolucionando y cambiando sus usos, hasta la actualidad, en que es frecuente solamente en las carnestolendas.

Las caretas actuales, producto de la fantasía, la imaginación y la creatividad, forman parte de los carnavales de todo el mundo, y de las fiestas de disfraces que estos traen aparejados. También se las usa en las fiestas de Halloween. A la par de este empleo que se continuó hasta nuestros días, la máscara o la careta - además de ser común en las celebraciones cristianas medievales- tuvo otro uso, en la Edad Media, cuando las llevaban de metal, los Caballeros medievales para protegerse en sus luchas, y en algunos casos se les agregaban muecas faciales para demostrar el carácter de quien las portaba.

Según las diferentes culturas, estos símbolos han variado en sus formas, tamaños, decoración, características, realismo o abstracción, algunas usadas para cubrir todo el cuerpo, como por ejemplo, las enormes piezas de tipo ritual de Oceanía (las de los Papúes llegan a medir seis metros de alto) y otras diminutas, como las de las mujeres esquimales. Muchos pueblos primitivos han usado las máscaras y caretas para realizar sus rituales, y éstas representaban deidades, seres mitológicos o espíritus malignos, o a Dios y al Demonio; en cada caso con significados ceremoniales distintos. Si la máscara usada era de animales, podía simbolizar el ruego para asegurar el éxito de la caza. Asimismo, también hay culturas que utilizaban máscaras para ahuyentar pestes y enfermedades.

En la actualidad existen muchos coleccionistas de arte que aprecian ciertas piezas, que constituyen manifestaciones artísticas primitivas de muchas culturas, y que exhiben o adquieren a gran valor monetario, y proceden generalmente de África, Oceanía y de culturas indígenas americanas. Hoy en día, se ha popularizado el uso de las caretas también como cotillón de celebraciones y cumpleaños, así como su utilización en juegos y juguetes para niños, agregando a los tradicionales personajes representados, los héroes de novelas, revistas, el cine y la televisión.

Mariano Arnal
Artículo publicado en la edición de El Almanaque Nº 3049 Lunes 4 de Febrero de 2008

CALENDARIO CHINO

CALENDARIO CHINO


Las sociedades desarrolladas se distinguen por su alto índice de producción frente a un bajo índice de reproducción, lo que genera un vacío demográfico que succiona con fuerza los excedentes demográficos de regiones más pobres y más prolíficas.

De ahí resulta una mezcla de culturas que contribuye a un fructífero conocimiento recíproco. Forman parte de nuestro paisaje urbano los restaurantes chinos, que son la actividad más notoria de este pueblo inmenso en nuestros lares. Gracias a los magníficos calendarios que editan, síntesis del calendario chino y del occidental, tenemos un cierto conocimiento de cuáles son las coordenadas en que se mueve el calendario chino.

Lo que más nos llama la atención a los occidentales no es tanto su sistema de contar los meses y los años, que se parece bastante al nuestro, incluidas las técnicas para fijar la sucesión de años bisiestos (lo hacen mediante la intercalación de un mes lunar según el ciclo de Metón de 19 años, ya nombrado en relación con otros calendarios). Lo más llamativo para los occidentales, y lo que más promocionan de su calendario (propiamente almanaque), es su horóscopo.

Pero antes de pasar a él, he aquí unos cuantos datos sobre las singularidades del calendario chino: su año es lunar, compuesto de 12 meses equivalentes a otras tantas lunaciones, de 29 y 30 días, con la adición de una lunación más en los años “bisiestos”. Por las referencias de que se dispone, en el siglo XII a. de J.C. tenían el calendaro en la situación en que se encontró Julio César más de mil años más tarde el calendario romano, y abordaban la reforma que en nuestro calendario llamamos juliana, y que se refiere a la introducción de los años bisiestos para corregir el diferencial de un día y algo más cada cuatro años. La fecha de la que arranca el calendario chino es el año 2697 a. de J.C.

Eso significa que hemos de añadir esa cifra al año que marca nuestro calendario para saber en qué año están los chinos. El año empieza cuando el sol entra en piscis; ese mes tendrá el nombre de primero del año (los nombre de los meses son ordinales, como la mayoría de los antiguos meses romanos). Siendo lunar la cultura china, celebran los novilunios y los plenilunios; y cuando añaden una lunación más al año, lo celebran con unos festejos y rituales especiales.

En vez de nuestro gran ciclo de cien años (el siglo), tienen el ciclo de 60 años (relacionado con un determinado número de lunaciones) que celebran con grandes festejos. Con esta celebración se inicia realmente un nuevo ciclo y vuelve a iniciarse la numeración de los meses. Los meses están divididos en dos partes, que se cuentan por el tiempo que tarda el sol en avanzar desde el principio a la mitad de cada signo zodiacal, y desde aquí al final. El mes lunar lo dividen en tres “semanas” de 10 días cada una.

Los días 1, 11 y 21 son considerados días especialmente faustos. Los días se denominan por su ordinal (de hecho igual que nosotros, si hablásemos con estricta propiedad). El día chino empieza a medianoche, y está dividido en 12 partes llamadas schi. Cada schi consta por tanto de dos horas. Cada schi consta de 8 ko, es decir de 8 cuartos de hora; y cada ko consta de 15 feu ( = minutos).

Respecto al horóscopo chino consta, como el nuestro, de 12 casas o eras que son: la del dragón, la de la serpiente, la del caballo, la del carnero (única coincidencia de signo con el “occidental”), la del mono, la del gallo, la del perro, la del cerdo, la de la rata, la del buey, la del tigre y la del conejo. El reinado de cada signo dura un año, y no vuelve hasta haber dado la vuelta todo el zodíaco. Así, fueron años del dragón el 1940, 1952, 1964, 1976, 1988, 2000; y lo serán el 2012, etc. De la serpiente, el 1941, el 1953, el 1965, el 1977, el 1989; y lo es el año 2001, etc. Cada uno está bajo el dominio del signo del año en que nació, y vuelve a estar en ese signo cada 12 años. A partir de estos cálculos, que se vienen haciendo desde milenios, determinan los chinos la suerte de cada uno.


El 7 de febrero los chinos festejan el año nuevo
El Año Nuevo Chino está basado en el calendario lunar utilizado tradicionalmente en China.

Según el calendario chino, la celebración de un nuevo año cae en general, a la segunda luna nueva luego del solsticio de invierno boreal (21 de diciembre).
Los signos del horóscopo oriental

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Artículo publicado en la edición de El Almanaque Nº 3049 Lunes 4 de Febrero de 2008