domingo, enero 27, 2008

Día Mundial de la Lepra

Día Mundial de la Lepra

Desde el año 1954, el último domingo de enero, se celebra en diferentes países del mundo el Día Mundial de la Lepra.

Esta jornada tiene como objeto denunciar la preocupante presencia que esta enfermedad milenaria tiene aún en países de Asia, América Latina y África, y la sensibilización de la sociedad en la lucha contra la enfermedad.

El promotor de esta iniciativa fue el periodista francés Raoul Follereau (1903-1977). Tras visitar una leprosería en Costa de Marfil, quedó tan impresionado que comenzó a organizar movilizaciones y manifestaciones en favor de los enfermos de lepra. Todo ello cristalizó, el 31 de enero de 1954, en la celebración del primer Día Mundial de la Lepra.

Simbólicamente, eligió el último domingo de enero, cuando el Evangelio narra la curación de los enfermos de lepra.

Follereau pretendía "una movilización universal de espíritus y corazones en favor de los leprosos". Su objetivo principal era sensibilizar a la sociedad sobre la existencia de esta enfermedad, con la intención de alejar la imagen negativa que se tenía de los afectados. En la actualidad, el último domingo del mes de enero se ha convertido en un día especial en el que se recuerda la fuerte presencia de esta enfermedad en diferentes zonas del mundo, principalmente empobrecidas.

Historia de una enfermedad milenaria


La lepra es una enfermedad que ha azotado a la humanidad desde hace miles de años (en códices egipcios de 1500 a.C. ya se habla sobre su existencia). Su expansión mundial se debe a las conquistas, cruzadas y colonizaciones entre diferentes países y continentes.Para evitar su contagio, a los enfermos de lepra se les excluía de la vida común, recluyéndolos en determinados lugares, llamados lazaretos, de los que no podían salir.Un claro ejemplo de esto es la isla de Culión (Filipinas): en 1906 los americanos, para aislarlos totalmente, la convirtieron en reserva exclusiva de enfermos de lepra.

El Doctor noruego A. Hansen descubrió en 1876 el bacilo causante de la lepra: el Mycobacterium Leprae.Síntomas: Tres fases de la lepraLos síntomas pueden aparecer después de varios años de la infección, ya que el proceso de incubación de la enfermedad es largo (de 2 a 7 años).Uno de los primeros síntomas es la insensibilidad al dolor, que no se advierte ante rasguños o quemaduras. Las zonas insensibles adquieren una coloración distinta al resto de la piel.

Con frecuencia aparecen parálisis musculares y fragilidad en los huesos, especialmente en los dedos de las manos y pies.Otros síntomas, ya más tardíos, son el abultamiento de la frente y la distorsión facial, a la que se ha llamado "cara leonina".


LA ENFERMEDAD CON MÁS HISTORIA

Desde el mismo momento en que los historiadores declaran iniciada la historia con la aparición de los primeros escritos de la humanidad, ahí aparece en ellos la enfermedad de la lepra. En efecto, en unos papiros egipcios datados hacia el 4.600 antes de Cristo, se pueden leer recomendaciones para combatir esta plaga.

Tres factores son los que han convertido a la lepra en enfermedad histórica: la absoluta imposibilidad de ocultar las graves deformaciones y ulceraciones de la cara y de todo el cuerpo cuando está muy desarrollada; la constatación de que se transmite por contagio; y el carácter epidémico que llegó a tener en algunos lugares y momentos.

Una parte de la historia de esta enfermedad nos la proporciona el pueblo judío, que la sufrió con especial virulencia. Los historiadores creen que la contrajeron en Egipto, porque la Biblia no la menciona en absoluto antes de que emigrasen a ese país. Pero entre los papiros hay uno escrito por el sacerdote egipcio Manethon, que cuentan de forma muy distinta la salida de Israel de Egipto.
Según este documento, la huida de Israel de Egipto no fue tal, sino expulsión: habiéndose extendido por el país una enfermedad contagiosa que manchaba todo el cuerpo -dice el papiro refiriéndose probablemente a la lepra-, el faraón Bochoris acudió al oráculo de Amón en busca de remedio.
La respuesta fue que era preciso purificar el pueblo expulsando de él a todos los que padecían esa enfermedad. Y al estar extendida especialmente entre la población judía de Egipto, el faraón decidió expulsar a los judíos, y con ellos a los demás leprosos del país, empujándolos al mar y luego al desierto. Es aquí donde Moisés, uno de los expulsados, se convierte en caudillo y refundador del pueblo de Israel.

También el historiador Tácito se hace eco de esta leyenda, que no es la única que achaca a los judíos la propagación de esta enfermedad, que ellos vivieron y sintieron como una maldición bíblica. El historiador judío Flavio Josefo replicó a estas leyendas con sólidos argumentos. Pero los judíos eran una espina en el imperio romano, y su leyenda negra se iba tejiendo inexorable. Los estudios epidemiológicos no avalan la asignación de un pueblo determinado como foco de esta enfermedad, pues desde la más remota antigüedad se detecta también en India y China, sin referencia alguna a si es autóctona o importada.

Al tener la lepra formas muy diversas, unas muy benignas y otras sumamente malignas, su diagnóstico no ha sido nada seguro. De hecho buena parte de los rituales judíos encaminados a aislar a los leprosos del resto de la población, no eran sino procesos de diagnóstico. Y se iba realmente a tientas.

Dermatólogos de gran renombre como el Dr. Hebra han sostenido que el santo Job no fue castigado por Dios con la lepra, sino con la sífilis; pues a esta enfermedad, que es curable, responden más bien los síntomas descritos en la Biblia. Asimismo en los cementerios de leprosos (que hasta ahí llegó su segregación), se han hallado numerosos cráneos de sifilíticos; señal de que fueron diagnosticados erróneamente como leprosos. Estos errores de diagnóstico han incrementado el historial de esta enfermedad más allá de sus dimensiones reales.

http://www.anesvad.org/lepra/pub/cast/dml.htm

Artículo publicado en la edición del Almanaque Nº 3041 Domingo 27 de Enero de 2008

CARNES TOLENDAS Y CARNES TOLTAS

CARNAVALES : CARNES TOLENDAS Y CARNES TOLTAS

Nos quedamos perplejos cuando analizamos el significado de Carnes Tolendas, que no es otro que “Las carnes han de ser suprimidas”, han de ser puestas en cuarentena, es decir que hay que hemos de volver a la celebración de la Cuaresma, aunque esta vez no por motivos religiosos, sino por motivos sanitarios.

Mientras la política alimentaria y sanitaria estuvo en manos de las religiones, coincidieron la mayoría de éstas en asignar una época del año a trabajar profundamente sus políticas higiénico-alimentarias. Aquello que habían decidido que convenía hacer, lo vestían cada uno con los respectivos ropajes religiosos, y conforme a ellos imponían unas conductas y unos ritos. El cristianismo no fue el inventor de la abstinencia de carne, ni de los ayunos, ni siquiera de la abstinencia sexual y demás prácticas purificadoras o purgadoras. Ni inventó tampoco la asignación de una época del año a estas prácticas y a los ritos que las acompañan; como el cierre de las carnicerías durante toda la cuaresma, porque durante toda ella tenían que abstenerse los cristianos de comer carne.

Donde toda la población era cristiana, bastaba el seguimiento del calendario litúrgico, que formaba parte de la vida, para encontrarse metido en los respectivos períodos y prácticas sin necesidad de proponérselo expresamente. Pero donde, como en España, estaban mezclados pueblos de distintas religiones, se crearon las inevitables tensiones, que con el tiempo se ritualizaron. Una de éstas fue la agrupación de todo el gremio de pescateros para conseguir que ni una sola carnicería quedase abierta durante la Cuaresma. Eran las vacas gordas de los pescateros, era su agosto, y no se lo iban a perder. La iglesia les dio cancha para que fueran los grandes promotores de la cuaresma, y lo fueron, naturalmente, mediante la celebración carnavalesca de la guerra de Doña Cuaresma, en la que se personificaba la representación de todos los pescateros, contra Don Carnal, en quien estaban personificados todos los carniceros.

Durante la semana que precedía al inicio de la Cuaresma, la semana de las Carnes Tolendas, se promocionaba precisamente el pescado. Se entablaba la batalla de éste contra la carne. Además del sentido directo, tenía evidentemente otro alegórico, de inculcación de valores puramente religiosos. Pero el estribillo era constantemente el mismo: hay que suprimir las carnes, hay que suprimir las carnes, hay que suprimir las carnes. Las que se ofrecían en las carnicerías, y también las propias carnes. Había que someterse a una dieta y a un régimen de adelgazamiento. Tal y cual.

La gran paradoja es que coincidiendo con la liquidación de la Cuaresma religiosa (mucha celebración para despedir a la carne, pero ya no se la despide), hemos instituido una cantidad de cuaresmas dietéticas y estéticas,sosas y asépticas, que dejan chiquita a la Cuaresma. Los que quieren conservar la línea se ven obligados a rigurosísimas cuaresmas, repetidas a lo largo del año, e incluso obligados a regímenes alimentarios que hasta los más rigurosos monasterios hubiesen considerado excesivamente duros.

Y por si algo nos faltara, entre que las vacas se nos vuelven locas y los cerdos mueren de calentura, nos hemos entregado con fervor a la abstinencia de carne, como si de repente se nos hubiesen rebelado sus grandes valores profilácticos y terapéuticos, o nos hubiésemos reconciliado con la santa, y por santa denostada Cuaresma.

Más en http://www.elalmanaque.com/carnaval/

Artículo publicado en la
edición del Almanaque Nº 3041 Domingo 27 de Enero de 2008