miércoles, marzo 12, 2008

LAS COSAS Y SUS NOMBRES : PASIVIDAD

LA FRASE

DE NADIE ESPERES LO QUE POR TI MISMO HACER PUDIERES

Pues es precisamente eso lo que hoy se lleva: no tener que calentarse la cabeza pensando qué hay que hacer: incluso unas vacaciones, que se inventaron para hacer lo que a uno le dé la gana, las compramos bien programadas y bien resueltas, para no tener que pensar.

PASIVIDAD

El verbo patior, pati, passus sum, congénere del griego paqein (pazéin), padre de las patologías y de lo patético, tiene un amplio abanico de significados, que van desde el soportar, aguantar, tolerar, consentir, admitir, permitir, hasta las formas más duras de resistir, padecer, sufrir, ser víctima de algo. Es deponente (equivalente a nuestra forma pronominal y a la voz media griega), lo que marca la diferencia entre aguantar y aguantarse, recordar y acordarse,creer y creerse, pensar y pensarse, dormir y dormirse... es decir que se trata de una forma en que el sujeto está más implicado en la acción del verbo.

Sospecho que existe parentesco entre el verbo patior y el verbo pateo, patere, patui, que significa estar abierto, ser accesible, estar a disposición, estar expuesto... y que es el patíbulo el nexo de unión entre ambos. En efecto, lo reconocemos como lugar en que se ejecuta la pena de muerte, y por extensión como lugar de tormento; y llamamos patibularios a los condenados a muerte. Pero he aquí que no es un derivado de patior, por más que decimos "sufrir" la pena, sino de pateo.

En efecto, el patíbulus era una especie de horca sobre la que se extendía a los esclavos para azotarlos. Y se llamaba también así a la madera que se usaba para sostener los sarmientos de la viña. De la forma nominal passus deriva el adjetivo passivus, que mira por dónde, es participio también de pando, pandere (de ahí expansión, expander), una variante de pateo, patere, con sus mismos significados. Pasivo es por tanto, en el más estricto rigor latino no sólo el que se aguanta con todo, el que lo mismo le da ocho que ochenta, sino también el que está desparramado (de pando), el que está en todas partes, el vagabundo (con este sentido se usaba también en latín); y por qué no, estirando ya otro poco el significado, el vago.

Nos hallamos, en efecto, ante un fenómeno muy preocupante que afecta a la configuración de la mente: se trata del cultivo de la pasividad (se ha llegado ya tan lejos, que los medios andan desesperados tras la inter-actividad). Cuando analizamos el empleo de las horas del día por una persona (¿podríamos tomar la familia como unidad de referencia a estas alturas?), y lo comparamos con el que regía hace tan sólo medio siglo, salta a la vista le reducción drástica de la actividad.

El tiempo libre, es un decir, queda atrapado casi por completo en el televisor. Leer el periódico es al menos algo activo; hay que tomar la iniciativa, hay que elegir y hay que leer. El tiempo lo marca uno mismo. En cambio en el televisor y en la radio el tiempo va incorporado, es inseparable del medio, por lo cual dejar pasar lo que nos estén ofreciendo es exactamente lo mismo que dejar pasar el tiempo.
Todo avanza igual con independencia de que hagamos o no hagamos, de que nos interesemos o no.

Nos instalamos en la ilusión de que sentados ante la pantalla y dejándonos llevar por ella hacemos algo; pero la verdad es que la mayoría del tiempo no hacemos nada. Estamos totalmente pasivos. Y esta actitud de dejarnos llevar, de dejarnos hacer, se nos está convirtiendo en segunda naturaleza, de manera que ya se trate de hacer turismo, o de aprender, o incluso de jugar, cada vez exigimos más que se nos dé todo hecho. Y consciente o inconscientemente hemos adaptado también muchísimo el modus operandi de la escuela a este esquema.

Mariano Arnal
LÉXICO

DIEZ MÉTODOS PARA RESOLVER UN CONFLICTO
Por Napoleón Hil
Tomado de su libro "La magia de pensar en grande". ·


· Mantente fresco cuando otros estén furiosos y pierdan la cabeza. Tú tienes el control sobre tus emociones, no lo pierdas. No se trata de no demostrar tu molestia, sino de hacerlo mesuradamente, sin después arrepentirte de una acción cometida en un momento de descontrol.

· Recuerda que cada discusión tiene al menos tres puntos de vista: el tuyo, el del otro y los de terceros, los cuales probablemente están más cerca de la objetividad. Siendo más versátil y viendo las cosas desde la perspectiva de los demás, enriquecerás tu propio punto de vista.

· Espera a calmarte antes de hablar. Ten en cuenta que la relación es más importante que la discusión. Dale más relevancia a las personas que a las opiniones.


· Trata a toda persona con la cual tengas contacto como si fuera un pariente rico, de quien esperas ser incluido en su testamento. Nunca te arrepientas de tratar muy bien a la gente. Es el mejor negocio en todos los sentidos.

· Busca el lado positivo y agradable, aún de las situaciones más complicadas y dolorosas. Es una disciplina que te ayudará a pasar más fácilmente los momentos difíciles, y a convertir los problemas en oportunidades.

· Establece el hábito de hacer preguntas y sobre todo, de escuchar las respuestas. Pregunta antes de reaccionar. Algunas veces disparamos y después preguntamos. También preguntamos, pero escuchamos para contestar, y no para tratar de entender.

· No hagas o digas nada que pueda herir o hacerle daño a otra persona. Aférrate al proverbio que dice que todo lo que uno haga, se devolverá. La gente no recuerda tanto lo que tú dices o haces, sino la intención con la que lo haces.

· Sé consciente de la diferencia entre análisis amigable y crítica destructiva. Observa si el propósito de tus palabras es ayudar, desahogarte o hacer daño.

· Ten presente que si toleras a los demás, ellos también serán pacientes contigo en los aspectos no muy gratos de tu personalidad.

· El verdadero líder sabe reconocer sus errores y aceptar responsabilidad. No olvides que un conflicto bien manejado fortalece la relación, y te ayuda a aprender de las diferencias.

Napoleón Hil


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Publicado en la edición
El Almanaque Nº 3086 Miércoles 12 de Marzo de 2008