lunes, enero 28, 2008

CARNESTOLENDAS


CARNESTOLENDAS

“Tolle, tolle, crucifige eum”, gritaban los judíos cuando Pilatos les presentó a Jesús hecho un estrago, con el célebre “Ecce homo”. “Quita, quita, crucifícalo”. Tóllere significa en efecto quitar, apartar, suprimir, eliminar. Lo más llamativo de esta denominación del Carnaval es la forma de gerundio del adjetivo que acompaña a carnes: se trata en efecto de carnes que han de ser eliminadas, que han de ser suprimidas.

El gerundio (gerundius, forma arcaica de gerendus) es el modo con el que expresamos que algo tiene que ser hecho, que debe hacerse, o más exactamente ser conducido a su realización. Recordemos que del verbo gérere derivan gestor, gestación, gerente y gesta. El hecho, pues, de que en una época determinada se denominase al Carnaval “Carnes tolendas”, induce a pensar que en esa época no debía estar aún implantada del todo la Cuaresma, y que por tanto necesitaba una semana de campaña, bajo el santo y seña de "las carnes deben ser suprimidas”. Porque se trata en cualquier caso de una consigna cuaresmal; en ningún caso carnavalesca.

No está nada claro el proceso de implantación de la Cuaresma en la cristiandad. Los ayunos de preparación a la Pascua se fueron alargando, hasta llegar al número de 40 días. Si bien la palabra Cuaresma empieza a sonar en el siglo IV, como primer avance de lo que acabaría siendo una práctica canónica de toda la iglesia, no aparecen hasta el siglo IX pruebas claras de que la Cuaresma es ya una práctica generalizada. Esto significa que el proceso de implantación de la Cuaresma fue de muchos siglos; que no fue llegar y besar el santo, sino que se necesitó un largo período de indoctrinación.

Tampoco tenemos noticia de qué ocurría entretanto con toda la gama de Carnavales paganos, que se venían celebrando desde mucho antes que la Cuaresma, y con formatos totalmente distintos según las épocas y lugares. Lo más probable es que para vender mejor el producto, se pusieran los Carnavales al servicio de la Cuaresma, para hacerle de agente de propaganda, de paso que se supeditaban a ella. Precisamente el nombre de Carnes tolendas, carnes que hay que quitar, induce a pensar que se trataba en efecto de una semana de campaña para convencer de la necesidad de practicar la Cuaresma, y que se adaptarían como elementos propagandísticos la gran variedad de costumbres más o menos carnavaleras que cada pueblo tenía.

Todas las etimologías “cristianas” del Carnaval son de carácter cuaresmal, por más que la mayoría de Carnavales sean la más directa antítesis de la Cuaresma. No lo es, por ejemplo, el que se adivina en el Arcipreste de Hita, en cuyo Libro de Buen Amor vemos concentradas las celebraciones en una auténtica presentación de la Cuaresma dándole la batalla a la carne; y luego en la Semana Santa, que no se la nombra por este nombre, y en la Pascua. La interpretación de carnem levare, o carnis levamen está en la misma línea que el carnes tolendas (levare significa igualmente quitar, llevarse; de ahí procede este verbo), pero con la diferencia de que en estas interpretaciones se da la Cuaresma, que es siempre su referente, como definitivamente asentada.

Lo mismo ocurre con la denominación de Carnestoltas, que es otro de los nombres del Carnaval y el de su rey. Este nombre es indicativo de la definitiva implantación de la Cuaresma que se pretende promocionar con el Carnaval; porque en vez del gerundio (expresión de un deber, una obligación o una necesidad), se emplea el participio perfecto pasivo (con el que se expresa que una cosa ya está hecha) del mismo verbo tollo, tóllere, tuli, tultum o toltum (en su versión medieval, no la clásica). Queda claro, pues, por los diversos nombres cristianos del Carnaval, que éste se concibió como una campaña festiva de promoción de la Cuaresma y del ayuno, la abstinencia y la penitencia que ésta lleva aparejadas. Son las paradojas propias de una religión eminentemente aglutinadora.


Artículo publicado en la edición del Almanaque Nº 3042 Lunes 28 de Enero de 2008

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