LAS COSAS Y SUS NOMBRES
DOMÍNICA COMPETENTIUM
He ahí uno de los nombres que tuvo antiguamente el Domingo de Ramos: Domingo de los Competentes. Recibían este nombre (en Roma los llamaban electi, elegidos) los que estaban en el más alto de los dos niveles de catecúmenos, los preparados ya para recibir el bautismo en la inmediata Vigilia Pascual (la noche del Sábado Santo).
Se llamaba también a este día Domínica indulgentiae, Domingo del Perdón, porque fue durante siglos el domingo en el que se iniciaba la preparación inmediata de los catecúmenos más avanzados para recibir el Bautismo. Era el día en que se celebraba el último de los "escrutinios", una especie de examen tanto de conducta como de instrucción, previo al perdón (indulgentia) necesario para recibir el bautismo.
Se procedía también a la traditio symboli, es decir la transmisión o enseñanza del Credo. Si en la liturgia del Domingo de Ramos no nos ha quedado rastro de los que en los tiempos de las conversiones fueron los grandes protagonistas de esta celebración, sí que dejaron huella, en cambio en el resto de las tradiciones de la Semana Santa.
Resulta que estos paganos convertidos a los que se había considerado por su conducta y por su instrucción aptos ("competentes" en unos rituales y "elegidos" en otros) para recibir el sacramento del Bautismo, entraban en una semana trepidante de muestras de religiosidad y penitencia: llevaban en público el rostro cubierto, vestían cilicio, se disciplinaban y ayunaban para dar pública muestra de su conversión.
Porque todo hay que decirlo, todo el mundo quería entrar a formar parte de la religión dominante, y dar públicas muestras de que era digno de ser aceptado, pero no todos estaban dispuestos a cambiar de conducta; por eso dilataban tanto como podían su permanencia en el primer nivel, el catecumenado propiamente dicho.
Así pues, cuando pasaban por fin a la categoría de "competentes", "elegidos" o "iluminados" (este era el nombre que recibían en la iglesia griega: jwtizomenoi (fotitzómenoi), de jwtoV (fotós), luz); cuando pasaban, digo, a esta categoría, tenían que demostrarlo con evidentes signos externos: son los que en las procesiones de Semana Santa van delante de los pasos con el rostro cubierto, cargados de cadenas, descalzos... un rol que pasó a los penitentes, los condenados, los indultados y los que se habían comprometido ante sus santos con alguna promesa.
Estos conversos no están presentes ya en los ritos propios del Domingo de Ramos, sino en las solemnes procesiones paralitúrgicas de Semana Santa, precediendo a los pasos. Pero es probable que su presencia en las procesiones, con las que forman un todo inseparable, se iniciara en el más antiguo de todos los pasos, el de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Fueron los franciscanos, siguiendo el espíritu de san Francisco de Asís, los que recuperaron el antiguo ritual de la procesión de los ramos, dándole un colorido más popular y realista.
En algunos lugares de Alemania se organizaba el Domingo de Ramos una procesión de una iglesia a otra, con una imagen de Jesús sobre un pollino, y a su alrededor los fieles agitando las palmas y los ramos de olivo y laurel, entre cantos y aclamaciones. En otros lugares echaban flores en el suelo al paso de la procesión; en otros se montaba un tabernáculo a la entrada de la iglesia, de donde partía la procesión.
EL ALMANAQUE, en su quehacer de exploración léxica, se recrea hoy en las palabras relativas al Domingo de Ramos, llamado también el día de la Palma, y en las realidades que contienen esos nombres.
LA FRASE
Palmam alicui dare
"Darle a uno la palma" podían entenderlo los romanos de dos maneras: darle el triunfo, la victoria, o psarle la escoba. Como los romanos barrían con palmas, deshojando la parte del mango, a la escoba la llamaban también palma.
EL REFRÁN
QUIEN PARA LA PALMA NO ESTRENA NADA, NO VALE NADA
El Domingo de Ramos se disputa con el de Pascua el honor de marcar el inicio de la primavera. Seguramente que la razón por la que están en el Domingo de Ramos estos aspectos mundanos, es porque una larga tradición relacionada con el culto a la palma, marca el camino.
PALMA
Parece que esta palabra se origina en el griego palamh (palamé), que significa palma de la mano, y además todo aquello que tiene que ver con la mano: fuerza, habilidad, destreza, poder; y extendiendo más allá el significado, pasa a violencia, instrumento, medio, obra. De ahí pasamos al latín palma, palmae, que extiende su significado de la mano y la palma de la mano, a la hoja de la palmera, que usan ya los romanos como símbolo de victoria.
Cuál es el origen del valor extraordinario que se ha concedido a la palma, es difícil descifrarlo, porque son muchos los pueblos que coinciden en asignarle altos valores y que han desarrollado en torno a ella diversos ritos. Recordemos, empezando por lo más próximo, cómo era tradición entre nosotros colagar en los balcones los ramos bendecidos el Domingo de Ramos para que protegiesen la casa durante todo el año.
La ceniza que imponía el sacerdote a los fieles el Miércoles de Ceniza, procedía de la quema de las palmas que habían llevado los fieles unos días antes. Durante la cuaresma, pues, faltaban los ramos en las casas, hasta que el Domingo de Ramos se renovaba el ritual con la bendición de los ramos, entre los que el más apreciado era el de palmera, es decir la palma.
Pero la historia viene de mucho más lejos: quizá de Egipto, o acaso de Caldea o de Babilonia, a juzgar por las palmas que se adivinan en los palos más o menos ornamentados que aparecen en los monumentos funerarios. La palmera era en estas culturas un árbol sagrado por su gran valor para la susbsitencia (casi a la par que el trigo, según cuenta Estrabón).
De ella obtenían muy dignos sucedáneos del pan, del vino, del vinagre y de la miel, componentes con los que confeccionaban unas tortas riquísimas. Obtenían también de la palmera fibras para diversas clases de tejidos óptimos para cordelería y cestería.
De la medula triturada del tronco obtenían una especie de pienso para los bueyes y carneros; y con el resto, fabricaban carbón los herreros. Es natural que para estos pueblos la palma fuese símbolo de riqueza, de fecundidad y de suerte. Lo más probable es que con la aclimatación de la palmera a otros países migrasen también los mitos que en torno a ellas se forjaron.
Es sabido que en Roma la palma fue símbolo de la victoria. En el cristianismo adoptó la forma de palma del martirio. En Israel las palmas están presentes en las grandes celebraciones (aparecen por primera vez en el libro de los Macabeos). En África son muchos los pueblos que tienen a la palmera como el gran símbolo de la fecundidad; el hecho singular de la existencia de palmeras macho y palmeras hembra, la gran esbeltez del árbol, los racimos de dátiles, su extrema dulzura, la grandiosidad y belleza de la palma... son todos ellos elementos que han llevado a la divinización del árbol y a una serie de ritos singulares en torno al mismo.
En Alemania y en algunos países eslavos, el lunes de Pascua los muchachos van tras las mujeres, azotándolas con las palmas. El día siguiente son las mozas las que persiguen a los muchachos dándoles con las palmas bendecidas el Domingo de Ramos. Los rusos, al volver a casa de la bendición de los Ramos, les pegan con ellos a los que se quedaron en casa. En algunas regiones de Alemania se usan los ramos de palmas bendecidas para evitar el granizo, para ahuyentar los rayos y para prevenirse contra la tormenta. No es casual, pues, que la palma sea la reina el Domingo de Ramos.
Mariano Arnal LÉXICO
SEMANA SANTA
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Publicado en la edición El Almanaque Nº 3083 Domingo 9 de Marzo de 2008
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